Paridad de género: Mujeres en el poder
La cultura política y de dirigencia en Chile ha
sido eminentemente masculina, por esto, cuando alguna mujer quería integrar una
lista para ir como candidata a una elección, cualquiera fuera su naturaleza, el
camino se le ponía cuesta arriba, pues no existía la costumbre.
por FORO CIUDADANO /Radio Universidad de
Chile/Patagonia Ciber Fem
Publicado el 11-07-2006 19:15:26
Los hombres en Chile llevan tantos años en el poder como vida
republicana tiene el país. Desde siempre han sido presidentes, parlamentarios,
alcaldes, dirigentes sindicales y de las organizaciones de la sociedad civil.
Son quienes controlan las empresas y los medios de comunicación. La cultura
política y de dirigencia en Chile ha sido eminentemente masculina, por esto,
cuando alguna mujer quería integrar una lista para ir como candidata a una
elección, cualquiera fuera su naturaleza, el camino se le ponía cuesta arriba,
pues no existía la costumbre. Se la miraba como bicho raro. Mujeres destacadas
en la Historia de Chile, como Gabriela Mistral, Olga Poblete, Elena Caffarena,
María de la Cruz o Julieta Kirwood, eran consideradas la excepción. Los hombres
en la vida pública, las mujeres en la vida doméstica.
Fue a comienzos de los ’80 cuando el movimiento feminista
contemporáneo comenzó a instalar temas como la inclusión política de las
mujeres, a reunirse con los partidos en la medida en que se iban reagrupando -en
el contexto de la dictadura- para plantear estos objetivos, debatir y difundir
que el espacio femenino no se terminaba en la puerta de la casa, por el
contrario, podía representar un real aporte en el mundo tan varonil de la
política y del poder.
Tuvo que pasar un cuarto de siglo para que de la teoría se
pasara a la realidad y asumiera la primera Presidenta. Con ella también llegaría
la ahora famosa paridad, es decir, la búsqueda del equilibrio representativo
entre mujeres y hombres en espacios de poder, y como las mujeres son la mitad de
la población, paridad, entonces, significa 50 y 50% en los cargos. Y así fue, al
menos hasta donde la mano presidencial tuvo alcance.
Si en un comienzo no faltaron quienes preguntaron abiertamente
de dónde iba a sacar Bachelet mujeres para que ocuparan los cargos, ahora que ya
todas están sentadas en sus sillones correspondientes, siguen las reacciones,
algunas a favor, otras abiertamente en contra y muchas, disfrazadas entre
bromas, dejan entrever cierta suspicacia.
“Llevamos tanto tiempo en el mundo de lo público que
interlocutar con hombres es parte de nuestra vida diaria, ellos están
acostumbrados a nuestra presencia, por lo tanto, creo que en el caso particular
nuestro no es tema. Ahora, en el colectivo han aumentado los comentarios, las
bromas, yo creo que es parte del proceso que esta viviendo este país”, observa
Ximena Rincón, vicepresidenta de la Democracia Cristiana (DC) y ex intendenta de
Santiago.
Desde la perspectiva de Ana Bell, vicepresidenta de la Central
Unitaria de Trabajadores (CUT), “hay una reacción en Chile ambivalente”. Señala
que la paridad tuvo un efecto importante en la autoestima de las mujeres y que
ha sido una “señal política histórica”, además de un paso fundamental a nivel
nacional e internacional. No obstante, percibe que las bromas han aumentado, lo
que, a su parecer, no es un asunto tan simple como parece.
“Detrás de las bromas hay una suerte de amenaza, de miedo a
perder cosas, los hombres se reafirman, muestran muchas inseguridades”, comenta
Bell y lo atribuye a que, como Michelle Bachelet se impuso incluso por sobre los
partidos políticos en estas materias, “las mujeres están más creíbles dentro de
la política”.
La dirigenta sindical coincide con Ximena Rincón en que las
mujeres llevan tanto tiempo como los hombres en el los espacios públicos, pero
aclara que este rol ha sido invisibilizado. “Si tú lo pones frente a la
ciudadanía, la gente piensa que nosotras venimos llegando”.
Pero con la paridad desde los ministerios hasta las
intendencias no basta. Quienes defienden la presencia de las mujeres en los
espacios de decisión aseguran que aún queda mucho por hacer, en el corto y en el
largo plazo.
“Habría que tener un poco de cuidado con el excesivo optimismo
y pensar que las mujeres ya lo logramos todo porque tenemos una Presidenta,
porque siguen existiendo muchos déficit”, enfatiza Mariela Infante, socióloga de
la Corporación Humanas.
Infante aclara que en otros ámbitos las desigualdades aún son
profundas. Por ejemplo, indica que en las embajadas hay sólo un 8,9 % de mujeres
y en las empresas públicas un 16,9% de ellas en espacios de poder.
“Todavía hay muchos obstáculos, no podemos pensar que la
participación femenina pueda depender solamente de la voluntad de turno.
Necesitamos una ley que sustente estos cambios y que estos avances se van a
mantener en el tiempo, que en el próximo gobierno no vamos a retroceder y que se
van ir todas las mujeres para la casa. Se necesita institucionalizar con una ley
paritaria”, que permita aumentar la representación femenina en instancias como
el Congreso, afirma la socióloga.
Institucionalizar la paridad
Desde que la paridad es un tema de la agenda pública, y un
hecho, son muy pocos o pocas quienes abiertamente se atreven a contravenirla. No
así la ley de cuotas, que genera mucho más resistencias, sobre todo desde la
derecha.
En una encuesta realizada por Humanas a 111 diputados y
diputadas respecto a si estaban o no de acuerdo con una ley que garantice la
presencia de mujeres en el Congreso, las y los representantes de la UDI se
manifestaron en un 84.8% en contra. Desde la Concertación el convencimiento
tampoco es absoluto. Si bien dentro del bloque PS-PPD el porcentaje a favor
alcanza el 80%, en la DC llega sólo al 52.4%. Cifras que se notan a la hora de
elaborar propuestas y políticas en la materia.
“Creo que hay más piso para discutir el tema hoy. Sin lugar a
dudas, lo que ha hecho la Presidenta es un gesto de voluntad política (…) pero
esto requiere un cambio cultural”, enfatiza la ex intendenta e integrante de
Comunidad Mujer.
Rincón aclara que no es suficiente con hacer institucional la
paridad a través, por ejemplo, de una ley de cuotas, sino que es necesario
reformar el sistema electoral íntegramente.
“Si nosotros no hacemos una modificación del sistema electoral
que tiene nuestro país, la verdad es que con ley de cuotas o sin ley de cuotas
vamos a seguir intencionando a quien nosotros queramos que sea parlamentario”,
puntualiza la vicepresidenta de la DC, al referirse al actual sistema
binominal.
En este punto coincide Mariela Infante y señala que “la reforma
al sistema electoral tiene que incluir un mecanismo de corrección del déficit”.
No obstante, este tema no se ha incluido en las discusiones ni
tampoco en las propuestas de reformas. Según Ximena Rincón, esto se puede deber
a que “se quiere despachar lo uno, sin ensuciarlo con la discusión de lo otro”,
pero es enfática al señalar que “lo mejor es enemigo de lo bueno” y que “no
podemos ir parchando porque por ir parchando nos equivocamos en muchas cosas”.
Desde el mundo sindical, Ana Bell va más allá de una revisión
completa al sistema electoral. Propone un plebiscito que, aunque no sea
vinculante, “muestre el sentir de todo el país”. “Este es el momento de desnudar
los intereses de todo el mundo”, proclama.
El advenimiento de la paridad abre las puertas para que otros
sectores excluidos, como los indígenas, los adultos mayores o las y los
dirigentes de la sociedad civil, también expresen sus demandas y busquen estar
representados en las instancias de poder que, al fin y al cabo, es donde toman
las decisiones que luego afectan a todos y todas.