Aun en los lugares de la República Democrática del Congo donde ha cesado la
lucha, la violencia sexual sigue lastimando a los niños, las niñas y las
mujeres
Prensa UNICEF/Patagonia Ciber Fem
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© UNICEF video |
Selina, de 12 años de edad, es una de las
víctimas de la violencia sexual. A pesar de que su historia es
estremecedora, no se trata de un caso excepcional. Se calcula que en la
República Democrática del Congo cientos de miles de mujeres, niñas y niños
han sido víctimas de violaciones
sexuales. |
Por David McKenzie
En el informe La infancia en peligro: La República
Democrática del Congo, UNICEF pone de relieve las consecuencias que han tenido
para los niños y niñas de ese país los largos años de conflicto y desorden. Se
trata del último de tres informes especiales de la serie La infancia en peligro
elaborados por David McKenzie, corresponsal de UNICEF.
KISANGANI, República Democrática del Congo, 4 de agosto de 2006 - Más allá de
la bruma y los densos bosques que cubren las orillas del Río Congo, en la
localidad de Kisangani acampan miles de milicianos y efectivos del ejército
gubernamental. Se trata de un osado experimento, cuyo objetivo consiste en
integrar pacíficamente a esos antiguos enemigos, lo que constituye un paso
fundamental para garantizar la paz futura.
Sin embargo, la presencia de esos ex combatientes es motivo de dolor para las
mujeres y los niños y niñas de la región.
"La violencia sexual es aquí cosa de todos los días", afirma Michel Magayane,
un trabajador social. "Todos los días ocurren nuevos casos". El Sr. Magayane
dice que los culpables pertenecen, en su mayoría, a las fuerzas militares, y
cree que en más de un 70% de los casos se trata de violaciones de niños y niñas.
La víctima más joven tenía cuatro años de edad.
A pesar de que en Kisangani ya no se combate con las armas, la violencia
sexual sigue siendo un terrible legado de la guerra en la República Democrática
del Congo.
La violación como arma de
guerra
Selina, una niña de 12 años de edad que hoy luce un vestido
color rosa con vivos blancos, está sentada en un cuarto en penumbras. Las
heridas que sufrió a manos de su agresor todavía son evidentes, así como el
dolor que siente la niña al contar lo que le sucedió.
"Estaba recogiendo agua cuando sentí que alguien se acercaba por detrás",
recuerda. "Noté que se trataba de alguien de uniforme. El hombre cogió una
piedra, me la metió en la boca y me arrastró hasta que quedamos ocultos por la
maleza". Ninguna de las personas que pasaba por un camino cercano escuchó los
gritos de Selina mientras el soldado la violaba. Cuando alguien finalmente
acudió en su ayuda, el violador ya había huido.
Aunque la historia de Selina resulte estremecedora, no se trata de un caso
excepcional. Se calcula que cientos de miles de mujeres, niños y niñas han sido
violados en la República Democrática del Congo, una nación lacerada por la
violencia sexual.
"Durante la guerra, las violaciones se usaban como arma para humillar a las
mujeres y fracturar a las familias", afirma la profesora Pierra Kalala, una
psicóloga que ha trabajado en las regiones del país más afectadas por ese
flagelo. "La mayoría de las mujeres viven hoy en un estado de temor".
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© UNICEF video |
Michel Magayane, trabajador social,
juega con una niña de nueve años de edad que fue víctima de una violación.
Tras dos meses de convalecencia en un hospital, la niña se ha recuperado
físicamente, pero aún teme a casi todos los
adultos. |
Los peligros de las enfermedades de transmisión
sexual
Las violaciones tienen consecuencias muy
graves, especialmente en un país donde la población no cuenta con atención
médica adecuada. En esas circunstancias, las violaciones sexuales pueden
provocar lesiones físicas permanentes. Con frecuencia, las fístulas no reciben
tratamiento y no se detectan los casos de contagio de enfermedades. Las mujeres
violadas huyen de los lugares donde vivían debido al peligro de difamación. En
Kisangani, los agresores suelen jactarse de sus "conquistas", y los casos
de violencia sexual rara vez son denunciados o procesados.
Los violadores se amparan en supersticiones locales para llevar a cabo sus
terribles acciones. Afirman, por ejemplo, que al violar a una niña de corta edad
tendrán más suerte en los negocios o ganarán más dinero. Una niña de nueve años
de edad de Kisangani estuvo dos meses internada en un hospital debido a que
había sido violada por un adolescente. Hasta la fecha, el agresor continúa
burlándose de ella cada vez que la ve. Aquí, los vulnerables viven en la
injusticia.
De no modificarse la situación, la República Democrática del Congo tiene
entre sus manos una bomba de tiempo. Se calcula que 1,1 millón de habitantes del
país viven con el VIH. Las mujeres y los niños y niñas que son violados por los
militares corren alto riesgo de contagio esa enfermedad. Y debido a que el país
carece prácticamente de un sistema de atención de la salud, el VIH y el SIDA se
propagan muy velozmente.
Para poner fin al azote de la violencia
A pesar de que la situación parece
descorazonadora, existen esperanzas. Los niños y niñas están organizando
agrupaciones juveniles en las que hablan de diversos temas de importancia, como
la violencia sexual. Al referirse de manera franca a esos temas delicados, los
niños y niñas confrontan al mundo adulto por los sufrimientos que reciben y
también se protegen de los peligros que les acechan.
Los niños y niñas debaten abiertamente temas como el VIH/SIDA y distribuyen
panfletos sobre las maneras en que pueden protegerse de las agresiones sexuales.
También tratan de conversar sobre esos temas en sus casas, con sus padres y
otros adultos. Sin embargo, algunos creen que los adultos aún no escuchan a
los más jóvenes.
El Sr. Magayane opina que la responsabilidad de poner fin al azote de la
violencia le corresponde a quienes vivieron los años de guerra. "Lo que nos
preocupa es que los adultos deberíamos estar protegiendo a la niñez. Y lo que
estamos haciendo es matar a nuestro propio
futuro".
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