La Cámara de Diputados podría dar
media sanción en octubre próximo al proyecto de ley que establece que los
hospitales públicos del país deberán entregar, en forma gratuita, la
píldora anticonceptiva de emergencia (PAE) –conocida popularmente como la
“píldora del día después”- a todas aquellas pacientes que la soliciten. Se
trata de un método anticonceptivo que las mujeres pueden usar en caso de
emergencia dentro de los primeros días posteriores a una relación sexual
sin protección, con el objetivo de prevenir un embarazo no deseado. Pero
esta droga es muy cuestionada por la Iglesia, que la considera abortiva, y
que obviamente se opone a la sanción de dicha normativa. En los próximos
días la iniciativa, de la diputada radical Alicia Tate, será discutida por
los asesores de la comisión de Salud. Antes de llegar al recinto de la
cámara baja, el proyecto, una vez logrado el dictamen de comisión, deberá
ser aprobado de la comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia. No
obstante, el presidente de la comisión de Salud, el diputado oficialista
Sylvestre Begnis, previó un rápido y exitoso recorrido legislativo. En
diálogo con este medio, el legislador santafecino estimó que en “octubre
seguramente la iniciativa logrará la media sanción en el recinto porque
cuenta con gran consenso. Y también sabemos que el Senado es proclive a
aprobar la normativa”. Se trata de una iniciativa percibida como un
complemento del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación
Responsable. “El Ministerio de Salud de la Nación ya ha comprado una
partida con miles de dosis de la PAE. Porque la ley de Procreación
Responsable establece la entrega gratuita de anticonceptivos que ya estén
en el mercado y los que en un futuro se incorporen”. Aunque en los hechos
la entrega de esta droga esté contemplada en dicho programa, la “fuerza de
una ley específica –agregó Begnis- garantizará la aplicación nacional de
este método preventivo y además, establecerá las condiciones para la
entrega del medicamento”. Entre los requisitos contemplados por la norma,
sólo las mujeres mayores de 18 años podrán acceder a las pastillas. El
artículo 3 del proyecto de ley de anticoncepción de emergencia dictamina
que "los establecimientos médicos asistenciales públicos de salud, a
través de sus servicios de guardia, deberán suministrar en forma gratuita
las píldoras anticonceptivas de emergencia a aquellas pacientes que
requieran su uso y no dispongan de los recursos económicos para su
adquisición". La iniciativa también garantiza el pleno ejercicio de la
libertad de conciencia de los médicos que, por razones éticas, se
abstengan de suministrar métodos anticonceptivos. En dicho caso, el
establecimiento de salud deberá suministrar de inmediato la atención de
otro profesional. Los especialistas advierten que la PAE debe ser usada
sólo en casos excepcionales y no es apropiada como método anticonceptivo
de uso regular, porque produce un bombardeo hormonal a quienes la ingieren
y porque existe una mayor probabilidad de falla en comparación con los
anticonceptivos modernos. Si la píldora se toma dentro de las primeras 24
horas después de ocurrida la relación sexual, previene el 95% de los
embarazos. Pero su eficacia disminuye a medida que pasan las horas. La
píldora produce diferentes acciones a nivel reproductivo: impide o altera
la ovulación si esta no ha ocurrido aún, produce trastornos en la
movilidad de los espermatozoides, dificulta la fecundación, y si ésta ha
ocurrido, impide el traslado de ese embrión hacia el útero y su
implantación. MEDICAMENTO POLEMICO Para el cura Alberto Bochatey, director
del Instituto de Bioética de la Universidad Católica Argentina (UCA), la
PAE es “claramente abortiva. Lo que no dicen los médicos es que la vida no
comienza con la anidación del embrión en el útero. Desde el punto de vista
bioético la vida comienza con la fecundación. La anidación es un proceso
más en esta etapa de la creación de un nuevo ser”. Bochatey calificó de
“hipócritas” a quienes consideran que la medicación no tiene efectos
abortivos. “Desde el punto de vista médico, una de las finalidades de la
droga es impedir la anidación del embrión en el útero y el embrión ya es
un ser vivo al que se le impide evolucionar. Además, la intención de quien
ingiere esta droga es claramente abortiva, es decir, desea terminar con su
embarazo”, enfatizó. Uno de los argumentos esgrimidos por quienes
promueven la distribución del medicamento es que contribuye a evitar los
abortos por embarazos no deseados. “En realidad habría que preguntarse qué
podemos proponer para evitar los embarazos no deseados. Por qué no
educamos para que tanto la mujer como el varón tengan relaciones sexuales
responsables. Aquí parece que el Estado soluciona todo con la entrega
gratuita de los anticonceptivos, en lugar de erradicar la pobreza y
promover una educación responsable”, agregó el sacerdote. Tal como había
sucedido con el proyecto que autorizó la ligadura de trompas y vasectomías
en hospitales públicos, el cura criticó al oficialismo por la falta de
apertura a un debate serio sobre el tema. “Aquí no se ha debatido con
otros sectores. Es muy poco serio su tratamiento desde el punto de vista
bioético”, explicó. Bochatey agregó que la droga “tampoco puede ser
indicada en cualquier mujer. En Chile intentan autorizarla para chicas
mayores de 14 años, una barbaridad, ya que significa destruirle el útero a
las chicas. El proyecto del Congreso sólo las autorizaría para mayores de
18 años, pero en caso de aprobarse, creo que sería el primer paso para una
eventual reforma que liberaría su uso entre mujeres de todas las edades”.
El sacerdote definió a la píldora como “una bomba hormonal. Es una droga
muy fuerte: cada unidad equivale a 25 pastillas anticonceptivas
ordinarias. Si llegado el caso se autorizara su distribución masiva en los
hospitales, debería confeccionarse un registro. Sólo podría tomarse en
forma excepcional ya que tiene muchas contraindicaciones”. Sin embargo, el
diputado Sylvestre Begnis aclaró que “actualmente todos los tratamientos
de anticoncepción en los centros sanitarios públicos se hacen bajo ficha,
por lo que las personas que solicitan un anticonceptivo quedan
registradas. Además, se brinda un servicio de consejería a cada uno de los
pacientes. Un reciente informe sobre 3.500 mujeres que solicitaron
ligadura de trompas detalló que en ningún caso se constató
arrepentimiento, porque previamente se las había asesorado sobre los
beneficios y los riesgos de la práctica”. Begnis rechazó los
cuestionamientos de la Iglesia al considerar que “la píldora no es
abortiva, incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) avala esta
teoría”. Para la OMS la píldora es un anticonceptivo que debe ser empleado
para la prevención de embarazos no deseados, cuando ocurrió una violación
o falló el método anticonceptivo habitual -como puede ser la rotura de un
preservativo-, y que sólo debe utilizarse en casos
excepcionales.
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